Carlos Alvarado jura como presidente de Costa Rica

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San José. Carlos Alvarado asumió hoy la presidencia de Costa Rica con un llamado a la unidad nacional, a luchar contra el déficit fiscal, contra el narcotráfico y a construir un país desarrollado en el mediano plazo.

Tras ser investido, Alvarado, que a los 38 años será el gobernante más jóven de América Latina, advirtió sobre los grandes retos y desafíos que le esperan a su Gobierno.

Al mismo tiempo, prometió que “trabajará y trabajará” en favor de los sectores más necesitados, por la inclusión y devolverle protagonismo internacional a su país en materia de derechos humanos y en la defensa ambiental, hasta convertirlo en un “laboratorio de descarbonización mundial” y también por la preservación de la paz.

“Este país se construyó desde la ciudadanía y no desde lo militar, y fue solo cuando las circunstancias lo demandaron, que civiles valientes afrontaron la tarea bélica”, recordó Alvarado sobre Costa Rica, que abolió el Ejército hace 69 años.

El mandatario dijo que su Gobierno será firme en el combate a la delincuencia, el narcotráfico y la corrupción, al tiempo que insistió en la urgencia de la aprobación de un paquete tributario para enfrentar el agudo déficit fiscal que enfrenta el país, y que en 2017 se situó en el 6.2 por ciento del producto interno bruto (PIB).

“No podemos esperar más, y las dilaciones nos costarían muy caras”, advirtió el presidente, cuyo período se extenderá por cuatro años.

El déficit fiscal es, según las autoridades económicas, el principal problema del país centroamericano de 4.9 millones de habitantes y 51 mil 100 kilómetros cuadrados. El Banco Central ha advertido que si no se toman medidas de prevención, el desfase en las finanzas públicas podría superar el 8 por ciento en el presente año y en 2019.

Alvarado hizo un llamado urgente a la nueva Asamblea Legislativa, que se instaló el 1 de mayo, a entrar de lleno en la discusión de un polémico proyecto de reforma tributaria que dejó preparado su antecesor, Luis Guillermo Solís.

El proyecto contempla la transformación del impuesto de ventas de 13 por ciento en uno al valor agregado por el mismo monto, pero que se amplía a servicios como educación privada y médicos, y gravaría con un dos por ciento a unos 200 productos de la canástica básica. Aunque admiten que la reforma fiscal es necesaria, el “paquetazo fiscal”, como lo llaman, ha provocado el malestar entre las organizaciones sindicales, que ya paralizaron el país en vísperas del traspaso, y anuncian nuevas medidas de presión para las próximas semanas.

Fuente: La Jornada