Redacción
San Pedro Tapanatepec, Oaxaca.– Agotados, pero sin perder la esperanza, cerca de 200 migrantes provenientes de Cuba, Haití, Venezuela, Nicaragua y El Salvador arribaron este fin de semana al territorio oaxaqueño, luego de días de caminar bajo el sol y la lluvia por las carreteras del sur del país.
La caravana, bautizada como “La Libertad”, partió de Tapachula, Chiapas, el pasado 1 de octubre, con un objetivo compartido: encontrar un lugar donde comenzar de nuevo. Entre los grupos que la integran hay familias con niños pequeños, mujeres solas y jóvenes que viajan con lo poco que pudieron cargar.
Su paso por San Pedro Tapanatepec marca el ingreso a una de las rutas más difíciles del recorrido, el Istmo de Tehuantepec, donde el calor, la escasez de agua y los largos trayectos ponen a prueba la resistencia de cualquiera.
Autoridades locales, junto con la Guardia Nacional y el Grupo Beta del Instituto Nacional de Migración, han instalado puntos de atención humanitaria. Les ofrecen agua, alimentos y un espacio donde descansar por unas horas antes de continuar el camino.
“Venimos buscando una vida mejor, un trabajo, algo que nos permita vivir con dignidad”, cuenta un joven venezolano mientras sostiene de la mano a su hija de cinco años. A su alrededor, decenas de personas improvisan refugios con lonas y cobijas sobre el suelo de la cancha municipal.
Mientras tanto, algunos habitantes de la zona se han unido para brindar ayuda solidaria —comida, ropa o palabras de aliento—, aunque también hay quienes expresan temor ante el constante flujo migrante y las tensiones que genera en las comunidades.
Por ahora, la caravana permanece en San Pedro Tapanatepec, a la espera de continuar hacia Santo Domingo Zanatepec, el siguiente punto de su trayecto. Muchos esperan poder regularizar su situación migratoria y, con suerte, seguir avanzando hacia el norte.
“Solo queremos llegar con bien, no venimos a hacer daño”, dice una mujer nicaragüense antes de volver a acomodar a sus hijos bajo una lona azul. Su frase resume el sentimiento de toda la caravana: seguir adelante, pese al cansancio y la incertidumbre.