Una serie de cuerpos preservados son los protagonistas de Momias. Ilusiones de vida eterna, exposición de 79 objetos procedentes de diferentes etapas de la historia de México, abierta en el Museo de El Carmen de por sí famoso por los 12 cuerpos no identificados de finales del siglo XIX y principios del XX, exhibidos en otra área del ex convento/colegio de varones carmelitas construido entre 1615 y 1617.
A diferencia de otras momias como las egipcias en las que el proceso de conservación ha requerido de la intervención del hombre, las encontradas en México son, por lo general, producto de fenómenos naturales, señaló José Enrique Ortiz Lanz, coordinador nacional de Museos y Exposiciones del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Los cuerpos preservados como resultado de complejos procesos ambientales, se convierten en testimonios materiales de personas y culturas; brindan información científica y valores culturales, agregó el funcionario.
La colección prehispánica se integró de cinco cuerpos de antiguos rarámuris descubiertos entre 2010 y 2011 en la Cueva del Gigante, en la sierra tarahumara, dentro del municipio de Guerrero, Chihuahua, en lo que se cree fue un cementerio prehispánico.
Se cuenta con la momia Pepita, de 2 mil 300 años, considerada una de las más antiguas y mejor conservadas del país, localizada en la Sierra Gorda de Querétaro.
De la colección del templo de Santo Domingo, en la ciudad de Zacatecas, se exhiben ocho cuerpos de personas que vivieron y murieron en la ciudad de Zacatecas durante el Virreinato. La mayoría corresponden a infantes posiblemente fallecidos a causa de las epidemias que azotaban a la población de la Nueva España.
Todas las momias de Zacatecas han conservado su indumentaria, en algunos casos elaborada en seda, así como objetos que las acompañaban. Llama la atención el niño Luis Rivero que se encontró con un ramo de flores y los versos que le dedicó su padre. También está el raro caso de un animal sin determinar momificado. La colección se complementa con dos ataúdes coloniales y un par de relicarios, uno de San Bonifacio Papa y el otro de San Fulgencio.
La exposición, señaló Ortiz Lanz, es producto del trabajo colegiado entre la arqueologóa y la historia para mostrar los distintos significados que el México prehispánico y el Virreinal han dado al tema de la muerte. La idea de la muestra surgió del área a cargo del arquitecto, aunque fue desarrollada con la curaduría del antropólogo físico Concepción Jiménez y la etnohistoriadora Gabriela Salas, de la Dirección de Antropología Física del INAH, la investigadora emérita Consuelo Maquívar Maquívar y Patricia Ledesma Bouchan, directora del Museo del Templo Mayor.
También hay ejemplares de taxidermia, disecados, dos cabezas reducidas y cuerpos plastinados. Alfredo Marín, director del Museo de El Carmen, manifestó su entusiasmo ya que “por fin se haría una exposición con el tema de la muerte de una manera muy profesional y sólo por un grupo de especialistas. “Hablar de la muerte en este museo es hacer mención de espacios fascinantes y particularmente bellos como es el caso de la capilla mortuoria que se encuentra construida exactamente sobre el presbiterio y lugar donde eran enterrados tanto los frailes como los benefactores del convento”, acotó.
Momias. Ilusiones de vida eterna permanecerá hasta abril de 2019 en el Museo de El Carmen, avenida Revolución 4 y 6, colonia San Ángel.