El número 12 bis de la Calle 22, en San Pedro de los Pinos, que otrora fue el hogar de una o varias familias, recibe a una treintena de artistas que discuten, desde la instalación y el arte-objeto, sobre cómo la tecnologización, automatización y digitalización han afectado y complicado nuestro sentido individual de realidad. Es el proyecto artístico Casa tomada, a cargo de la curadora Anna Goetz.
El ejercicio está inspirado en la novela Remainder (2006) de Tom McCarthy y el cuento Casa tomada (1946) de Julio Cortázar, en el sentido de que ambas historias plantean una casa privada como escenario y metáfora de las convenciones, las ideologías y los sistemas de creencias imperantes en un contexto social e histórico particular. Goetz imagina la vivienda de San Pedro de los Pinos como el escenario de cualquiera de las dos historias.
Leí la novela de McCarthy hace algunos años y me pareció que se trata de un tema muy contemporáneo que también para muchos artistas es significativo para nuestros tiempos: cómo la tecnologización, automatización y digitalización han afectado y complicado nuestro sentido individual de realidad. Me pareció emocionante usar las dos historias y sus contextos políticos e históricos respectivos como punto de partida para una exposición con un grupo de artistas internacionales y de generaciones diferentes tratando con el mismo tema, pero desde diferentes perspectivas”, explica Goetz en entrevista.
Para la curadora en ambas historias, la casa privada funge para los protagonistas como una estructura establecida para comprender, controlar y construir sus realidades cotidianas. Pero, asegura, en ambos casos esta estructura es cuestionada y se ve amenazada hasta el punto de su eventual colapso. Una metáfora que traslada para que los artistas reflexionen sobre la sociedad contemporánea.
En el proyecto participan con obra in situ Rosa Aiello, Mathis Altmann, Ed Atkins, Sammy Baloji & Filip De Boeck, Dora Budor, Juan Caloca, Gina Folly, Isa Genzken, Stuart Middleton, Fernando Palma, Francesco Pedraglio, Tania Pérez Córdova, Laure Prouvost, Diego Salvador Rios, Jorge Satorre, John Skoog, John Smith, Hito Steyerl y Lewis Teague Wright. Además de dos perfomances del mexicano Juan Caloca, que se realizaron en abril, y dos más del italiano Francesco Pedraglio, el último será el 5 de mayo para cerrar la exposición.
En un nivel formal y simbólico, para mí era importante que la exposición tuviera lugar en una casa doméstica, una casa en la cual se pueden ver los rastros de las personas que han pasado parte de su vida ahí. Esta situación era importante para mí como escenario de la exposición para contar y proponer narrativas diferentes”, detalla.
Así el inmueble deteriorado por el tiempo convierte sus recámaras en salas expositivas con artistas como la suiza Gina Folly, quien presenta la instalación Basic Needs XVI–XXX, una caja de cartón que guarda una pantalla plana. También la mexicana Tania Pérez Córdova se exhibe Pasamanos 7, y de la canadiense Rosa Aiello presenta Temper. En los tres casos hay una lectura sobre el uso de la pantalla como soporte tecnológico.
En el trayecto entre muros despintados de patios, salas y recámaras se encuentra obra de la artista croata Dora Budor con la serie There’s something terrible about reality and I don’t know what it is. No one will tell me. Le sigue el cineasta inglés John Smith con la película The Girl Chewing Gum, y la pieza de neón Ome del mexicano Fernando Palma Rodríguez.
“Para los artistas la casa sirve como una metáfora para una estructura establecida para comprender, controlar y construir sus realidades cotidianas. Esta estructura es cuestionada y hasta se ve amenazada”, reitera la curadora, quien planea una segunda versión del proyecto en otra sede.
Fuente: Excélsior