Escribir salva y condena

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Un amigo vuelve del pasado, un secreto largamente oculto bulle ansioso y junto con éste “el fantasma del remordimiento para ajustar cuentas con la imposibilidad de salir ileso de la maldad”. Así, con una brevedad que riñe –pero eso lo sabré después— con la largueza de sus prolijas respuestas, define  Roslyn Ison su más reciente novela “El paisaje del ciego” (disponible en Editorial Narratio) presentada con particular éxito apenas hace un par de días en la librería El Péndulo de la colonia Roma la Ciudad de México. Horas antes de esa presentación, intercambiamos correos electrónicos para dialogar sobre su trabajo literario.

“Para mí, escribir es salvación y condena”, me dice de entrada esta comunicóloga que tras estudiar ciencias de la comunicación aspiraba a ser publicista, pero no cualquier publicista, aspiraba a ser La Publicista, así, con mayúsculas, sin embargo, “al graduarme y comenzar con las entrevistas de trabajo me topé con un mundo empresarial cruel y oportunista. Me di cuenta de que al entrar a una empresa dejas de ser una persona para convertirte en una herramienta (como un clavo o un martillo) y cuando no tienes lo ‘necesario’ simplemente te botan”.

El golpe con la realidad llevó a Roslyn al tobogán de la depresión. Lo cuenta así: “Una mañana, tras varios meses de desempleo, ya hundida en la depresión que sobreviene del ocio, desperté con la idea de que quería escribir un libro. No sé de dónde vino ni cómo llegó esa idea a mi cabeza. Sencillamente lo pensé así: “Voy a escribir un libro”, y lo hice”.

El siguiente paso supuso “buscar espacios donde pudiera compartir este nuevo gusto por la literatura y fue así como conocí a Celso Santajuliana en su Laboratorio de Novela. Con Celso aprendí a ver el mundo de otra forma, aprendí a “ver lo que ves cuando ves”, esa fue la frase que usó en uno de sus cursos. Él despertó en mi esta pasión por las letras que ya forma parte de mí como si fuera uno de mis órganos vitales”.

A partir de ahí y acaso para siempre, señala Roslyn Ison: “siempre que escribo y voluntariamente decido enterrarme, termino emergiendo con un poco más de claridad que cuando empecé, lo cual me lleva (o al menos eso creo) a ser mejor persona. Creo que si una escritora no se supera a sí misma con cada texto que escribe, de nada sirve serlo. A mi modo de ver los escritores somos unos eternos errantes en busca de muchas cosas, el sentido a la vida es una de ellas”.

La novela recién presentada en El Péndulo, El paisaje del ciego, proviene de una experiencia singular. “Esta novela es muy particular ya que pertenece al género de terror, al cual no estoy muy acostumbrada”, refiere Roslyn y agrega: “Sucedió que un día recibí un correo electrónico de Celso invitándome a participar en un experimento ideado por él, llamado: Proyecto Diodati. La idea era conmemorar los 200 años del Vampiro y Frankenstain, encerrándonos algunos escritores en una casa que hace alusión a la Villa Diodati, donde nacieron este par de novelas, hoy muy famosas. Así que acepté el reto a sabiendas que el terror no era para nada mi género y en dos semanas, encerrada en una casa de Valle de Bravo junto con otras cuatro escritoras, escribí “El paisaje del Ciego”.

En ese singular enclaustramiento Roslyn conoció a Linda Báez Lacayo, creadora de la marca Mujeres que cuentan. Nacería entonces un relato vertiginoso, Lienzo de piel; que forma parte de Mujeres que cuentan erotismo y que es un tema –el erotismo— que; “A mí  siempre me gustado y he descubierto que es un género que se me da bien, así que acepté”.

Lienzo de piel engloba –me dice Roslyn— muchas cosas. “Pero más allá de descubrir la sensualidad, es un cuento donde el deseo por otro ser humano se sublima en el arte por medio del artista y a través de la modelo. Al valerse del cuerpo de Olivia como el próximo lienzo en el que plasmará su creatividad, Emilio se descubre a sí mismo. Nota su propia carencia en ella, y a su vez, Olivia llega a presentir que acabará siendo devorada por aquél pintor que tanto la desea. Ante tal sospecha ella…”, Olivia, experimentará cosas que el lector sabrá cuando se acerqué a Lienzo de piel en “Mujeres que cuentan erotismo”. En tanto que ejercicio creativo, el disfrute fue tal que “decidí trabajar en una antología únicamente de cuentos eróticos. Actualmente he escrito seis”.

En tanto que autora de novela y cuento, Roslyn sabe que hay diferencias profundas entre ambas formas de narrar. Lo explica así; “Creo que la novela y el cuento son muy distintos. La novela requiere de un arduo trabajo e invita más la reflexión. Una novela te cambia y por ende puede ser muy cansada. Por lo general yo padezco escribir novela porque me transmuta. Nunca soy la misma cuando empiezo una novela que al terminarla. Sin embargo un cuento es como un descanso. Es mero disfrute. Como un postre después de haber trabajado tanto en la novela”.

La primera novela de Roslyn, editada por Colofón en su sello Tinta Nueva, es Treinta días antes de morir. Un relato que se desenvuelve en ese breve tiempo, treinta días y en el cual “un adulto joven atrapado en una profesión que no le apasiona, y que lleva una vida bastante gris y se ve obligado a cuidar al padre paralítico y con quien lleva una relación bastante tensa. Un día, tras reflexionar acerca del sinsentido de su vida, Sebastián decide quitarse la vida. Pero justo cuando está por hacerlo sucede algo repentino que lo obliga a darse un plazo de treinta días para suicidarse. La novela narra el trayecto de esos treinta días antes de morir”. En “Reflejos de sombra”, “trato de hacer una reflexión acerca de un tema que siempre ha llamado mucho mi atención: el mal. En esta novela, los personajes son personas comunes que atraviesan por peripecias y complejidades, que los orillan a cometer actos transgresores que cualquier persona bajo otra circunstancia jamás realizaría. Es un análisis que invita a reflexionar sobre nuestra propia sombra, de la cual, nadie está exento”. Su tercera novela, El paisaje del ciego la edita, como ya quedó dicho, Narratio, la editorial independiente de Celso Santajuliana.

Finalmente, Roslyn Ison señala: “Creo que si una escritora no se supera a sí misma con cada texto que escribe, de nada sirve serlo. A mi modo de ver los escritores somos unos eternos errantes en busca de muchas cosas, el sentido a la vida es una de ellas”. Y agrega, refiriéndose a los trabajos de Mujeres que cuentan erotismo: “esta antología aborda el tema del erotismo desde el ojo femenino. Creo que ha sido un género complicado para las mujeres y muy acaparado por el género masculino. Así que valdría la pena conocerlo”. Dicho por Roslyn lo anterior, sería una torpeza monumental no atender la invitación para leer a estas mujeres que cuentan erotismo y más que erotismo. Mujeres que escriben y que escriben muy bien, aunque escribir sea, en palabras de Roslyn, “salvación y condena”.

Columna Anaquel de Omar González