Su pequeño rostro fue transformado este día con un raro bigote que lo hace ver como un pequeño señor. Está ataviado con un pantaloncito y una camisa de manta, un ceñidor rojo, un sombrero de palma y un morralito en la espalda que complementan su atuendo de Juan Diego.
Rodrigo tiene apenas tres años y es la primera vez que viene a la festividad de la Virgen de Guadalupe. Sostiene en sus manos un pequeño ramo de rosas, mientras su madre, que lo sostiene en brazos, se mantiene en la fila para entrar al templo a visitar la divina imagen.
“No habíamos podido venir, pero no podemos dejar de visitar a la Virgencita, vengo sobre todo a pedirle por mi bebé y por mi trabajo, porque la situación está muy difícil, pero tenemos fe que todo se va a componer”, señala María Elena Vargas, madre de Rodrigo.
Apenas es medio día y la presencia de pequeñas Marías y Juan Diegos ya es abundante. En el atrio, las escenografías para las tradicionales fotos no podían faltar. Imágenes de la Guadalupana en todos los tamaños, ramos de flores, burritos y escenarios diversos son parte del panorama.
Sin embargo, para este tipo de prestadores de servicio, así como de quienes instalaron puestos de comida o de otro tipo de comercio, las ventas han estado bajas. “Hay poca gente, las ventas están por los suelos porque la economía no es la misma”, señalaron algunos de ellos.
Pese a ello, las familias oaxaqueñas cumplieron un año más con la visita a la Virgen de Guadalupe en este su día. Las mandas son todas distintas. Salud, tranquilidad, estabilidad económica, trabajo, entre muchas otras que seguirán siendo prioridad, hasta volver de nuevo a visitar el templo donde se quedan combinados los sentimientos de esperanzas y de fe.