Con el performance Multitud –en el que participaron 80 voluntarios, y cuya temática fue el sentido de colectividad– concluyó este domingo la primera edición del Festival Internacional de Artes Escénicas, que durante 11 días llenó de arte barrios y teatros de la Ciudad de México.
En la plaza Manuel Tolsá, en el Centro Histórico, los intérpretes mexicanos, bajo la dirección de la coreógrafa uruguaya Tamara Cubas, exploraron la potencia del cuerpo en cuanto a su capacidad de influir y ser afectados por el otro para reflexionar sobre por qué habitar un escenario es una decisión política y colectiva.
El proyecto, que se estrenó en 2011 con 20 bailarines, ahora contó con la participación de 80 jóvenes que mostraron lo que significa estar en alerta y presente con el movimiento del otro. Afectar y ser afectado, fluir con los demás que habitaron ese espacio que fue la plaza Tolsá, pero que aplica para cualquier lugar: el trabajo, una ciudad, un país.
Seres que se desplazan en espacios ocupados
Tamara Cubas presenta cuerpos solitarios que aprenden a desplazarse entre la multitud. Mediante diversos movimientos, gritos y risas de los intérpretes se refleja cómo el hombre se relaciona, interactúa y convive con el otro.
Primero vemos a individuos ensimismados descubriendo su cuerpo y ocupando parte del espacio, y conforme la música cambia y es más intensa los intérpretes transforman sus posturas, se acuestan en el piso, reconocen el lugar donde se encuentran.
En ese espacio, el espectador observa en silencio la heterogeneidad de los voluntarios, nadie hace lo mismo, todos realizan movimientos diferentes, pero conforme transcurre el tiempo surge una especie de relación a través de la mirada. Ahí están dos seres que se miran, sonríen y caminan juntos.
La manera de apropiarse del espacio público cambia. Algunos siguen solos, pero también ya comienzan a formarse grupos que hacen lo mismo y afectan el paso de los demás.
Multitud lleva al límite a los 80 intérpretes mexicanos sobre sus creencias en torno al cuerpo y el movimiento. Durante casi dos horas mujeres y hombres caminan, corren, se arrastran, se abrazan, se tocan y se cargan. Todo es permitido en ese espacio que habitan, deben moverse. Los cuerpos cansados y sin ropa tienen la misión de reconocerse y sentirse parte de la comunidad.
En el proyecto escénico de Tamara Cubas queda al descubierto cómo somos y nos comportamos, a quién abandonamos y a quién ayudamos en nuestro andar.
Como parte del performancetambién hay momentos de soledad, de silencio, de fragmentación, de libertad; asimismo, acciones de violencia y despojo. A simple vista, son seres que se arrebatan la ropa, que se pisan unos a otros para avanzar, que siguen un camino trazado por los demás y olvidan dónde estaban. Hay un choque de fuerza, tras el cual finalmente unos ceden para que el otro avance.
En Multitud, la coreógrafa propone encuentros múltiples para entender el cuerpo, el movimiento y por qué el ser humano decide actuar de determinada manera cuando se siente presionado.
En el performance están presentes conceptos como la dramaturgia coreográfica y corporal, la estructuración de una obra basada en acciones que determina el intérprete, donde el espectador, al observar, se vuelve un sujeto activo que sigue el desarrollo de los participantes.
Al final, todo vuelve a la calma, pero queda la reflexión sobre nuestras acciones en la sociedad, en la familia, en la calle.
Multitud formó parte del cierre de la primera edición del Festival Internacional de Artes Escénicas que fue organizado por el Gobierno de la Ciudad de México mediante el programa Grandes Festivales Comunitarios de la Secretaría de Cultura local, en el que participaron más de 400 artistas nacionales e internacionales en actividades gratuitas de teatro, danza, circo, títeres, instalaciones, clases magistrales, talleres y charlas.
Fuente: La Jornada