Redacción
El secretario de Gobierno, Jesús Romero López, asegura que los avances en materia de gobernabilidad y paz social en Oaxaca no son casualidad, sino resultado de una política que apostó por el diálogo, la conciliación y el respeto a los procesos comunitarios y democráticos.
En entrevista, el funcionario destaca que entre 2022 y 2025 la entidad vivió un periodo inédito de estabilidad electoral. “Se llevaron a cabo elecciones en 153 municipios y en 42 diputaciones locales sin necesidad de comicios extraordinarios ni episodios de violencia. Eso habla de que las urnas están sustituyendo la confrontación”, subraya.
Romero pone como ejemplo a los sistemas normativos indígenas, donde municipios que llevaban más de 15 años sin autoridades hoy cuentan con gobiernos legítimos. San Juan Bautista Guelache y San Cristóbal Amatlán, dice, son prueba de ello al haber elegido presidentas municipales. Para 2025, 112 asambleas de los 413 municipios ya habían realizado elecciones, lo que representa un avance del 26.8 por ciento sin conflictos.
Otro de los indicadores que, según el secretario, reflejan este proceso de normalización democrática es la disminución de la violencia política contra las mujeres en razón de género. “En 2021 se sancionaron 59 casos; en 2025 la cifra bajó a 11. Es un paso importante hacia la participación plena y sin violencia”, señala.
De los conflictos agrarios a la conciliación
Romero reconoce que Oaxaca sigue siendo la entidad con más conflictos agrarios del país, con más de 350 casos registrados. No obstante, asegura que hoy se atienden de manera sistemática y con resultados definitivos.
Entre 2023 y 2025, se realizaron 8,818 mesas de diálogo, con 267 acciones en 95 municipios, que beneficiaron a más de 20 mil personas. “Cada conflicto resuelto significa paz en el territorio. Hablamos de acuerdos de colindancia, delimitaciones de tierras o convenios de compensación que, además de evitar muertes, dan certeza jurídica y abren la puerta a la productividad”, sostiene.
Obras que también significan paz
El secretario de Gobierno apunta que este clima de gobernabilidad permitió avanzar en obras estratégicas largamente esperadas, como el Corredor Interoceánico del Istmo —con el puerto de Salina Cruz inaugurado en 2024 y polos industriales en Mixtequilla y Puente Madera— y las autopistas Mitla–Tehuantepec y Barranca Larga–Ventanilla, que hoy conectan regiones antes aisladas.
También menciona la planta integral de residuos en Totolápam, con capacidad para procesar 850 toneladas diarias y una meta de reutilización del 70%, así como proyectos aeroportuarios, estadios y obras urbanas que avanzan sin disputas sindicales.
“Cada obra es también un acuerdo social. No se impusieron, se dialogaron. Decenas de mesas de negociación garantizaron derecho de vía, mitigación ambiental y beneficios directos para las comunidades”, enfatizó.
Para Romero, los números hablan por sí solos: más seguridad, menos bloqueos, elecciones en paz, conflictos agrarios resueltos y proyectos estratégicos en marcha. “Esto no significa que los problemas desaparecieron, pero sí que Oaxaca dejó atrás el ciclo de parálisis y confrontación”.
Finalmente, el secretario de Gobierno afirma que la llamada “primavera oaxaqueña” no es un lema vacío. “Es el resultado de una política territorial que decidió escuchar, negociar y resolver. El desafío es blindar este momento para que no haya retrocesos. Hoy Oaxaca demuestra que la paz sí es posible cuando hay voluntad política y un pueblo decidido a caminar hacia el futuro”, subrayó.