Hoy se estrena en México, en la edición 46 del Festival Internacional Cervantino (FIC), la esperada obra Kijote Kathakali, con la compañía Margi de India, en el que por primera vez en la tradición de ese arte escénico de más de 300 años, un actor no se maquilla ni lleva el vestuario del kathakali porque interpreta a un hombre occidental soñador y aventurero.
El actor de 78 años que dará vida a Alonso Quijano, Nelliyode Vasudevan Namboodiri, es la figura más representativa del kathakali, arte que posee el estatus de patrimonio oral e inmaterial de la humanidad de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Respecto del personaje del Quijote, fuera del canon de la tradición kathakali, el actor sostiene que es un regalo divino y que fue ‘‘una elección divina”, y así como Quijano, él a sus casi 80 años se lanzó a la aventura sin pensar qué iba a suceder.
Kijote Kathakali se escenifica este viernes y el sábado a las 18 horas en el Teatro Cervantes de la ciudad de Guanajuato.
El arte que India trae al FIC ha permitido al público acceder a una cultura que une filosofía y religión en sus expresiones artísticas, además de que cuenta con los movimientos de manos, conocidos como mudras, explica a La JornadaWendy Phillips (Ciudad de México, 1978), catedrática de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
‘‘El arte occidental busca que el individuo se conecte con sus propias emociones, mientras el arte de India procura que la persona deje su individualidad, su ego, se desapegue de sus propias cosas y se entregue a la representación artística.”
Noción del desapego y arte de catarsis
De acuerdo con Phillips, en el arte clásico de India es esencial que el individuo deje de ser él mismo y por un momento pueda acceder a una visión distinta; ‘‘esa es la gran diferencia con el arte occidental y esto se puede ver en música, danza, literatura, pintura, en cualquier arte. Estas pequeñas claves nos permitirán entender todo lo que en estos días se presenta en el Cervantino”.
La especialista en lengua y literatura sánscritas considera que la filosofía, el arte y la religión de India son como puertas para ‘‘entrar a un mundo que está interconectado; eso hace que, por ejemplo, el arte sea un arte complejo, muy codificado y altamente simbólico, y cuando lo vemos es impresionante. El arte desde el punto de vista occidental, considerando a Aristóteles, quien más o menos marca el precepto que se sigue, es un arte de la catarsis, un arte que nos conecta con nuestros propios sentimientos, y el arte de India busca una cosa distinta que es justamente no hacer referencia al individuo, sino que uno tenga la capacidad de entender y entrar en eso que está pasando aunque nunca le haya ocurrido”.
Para la también investigadora del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM, esa forma de entender el arte de India, que consiste en procurar vibrar y aprehender lo que sucede aunque no tenga que ver necesariamente con la vida personal, ‘‘ofrece una forma más amplia de ver la vida, con una cierta distancia estética”.
Wendy Phillips explica que una noción que siempre es considerada cuando se habla de la cultura de India es el desapego porque al estar frente a una representación artística uno es capaz de ver, sentir y vibrar con lo que está ocurriendo.
‘‘Muchas de las manifestaciones artísticas que se han presentado en estos días en el Festival Internacional Cervantino hacen referencia directa a distintos dioses y aquí a lo mejor también hace falta que mencionemos que cuando nos acercamos a la cultura de India y vemos diferentes imágenes, por ejemplo, hay dioses elefantes, con muchos brazos, dioses y diosas de colores distintos y uno tiende a pensar que el hinduismo es una religión con muchos dioses y en realidad es una religión con un solo principio absoluto o una sola energía suprema que se manifiesta en todas estas representaciones, y el arte es justamente como un canal de comunicación entre uno y esa fuerza absoluta.”
Fuente: La Jornada