Confirman la autenticidad del ‘Códice Maya de México’

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La autenticidad del Códice Maya de México, antes Grolier, fue confirmada por el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), después de la conclusión de un estudio interdisciplinario. ‘‘El menos maya de los códices”, por sus características atípicas, comenzó a ser analizado en octubre de 2017. A diferencia de hace cuatro décadas, cuando apareció la pieza de papel amate, el avance de la tecnología permitió concluir con el mito de su originalidad.

‘‘Los hallazgos no son simples casualidades”, dijo Diego Prieto, titular del INAH, en el Museo Nacional de Antropología, al encabezar el anuncio sobre el manuscrito legible más antiguo de América, fechado entre los años 1021 y 1154 de nuestra era, perteneciente al posclásico temprano.

La restauradora Sofía Martínez relató que cuando ‘‘el personal de conservación retiró los acrílicos y comenzamos a involucrarnos con el manuscrito, crecía el asombro”. Antes, dijo que ‘‘por más que queríamos vivir libres de prejuicios, todas estas dudas acerca del documento sí habían permeado en nosotros y guardábamos cierto escepticismo respecto de su autenticidad”, contó quien, junto con Baltazar Brito, director de la Biblioteca Nacional de Antropología e Historia, encabezó el proyecto de investigación en la bóveda del recinto del Bosque de Chapultepec,que resguarda los grandes tesoros prehispánicos.

Sustracción ilegal del sitio del hallazgo

Fue en 1971, en el Club Grolier en Nueva York, que acoge a la más antigua tradición de bibliófilos, cuando el arqueólogo estadunidense Michael Coe expuso el manuscrito por primera vez. Sustraído ilegalmente del sitio de su descubrimiento, se cree que en una cueva en medio de la selva en el sureste mexicano, el misterio y la sospecha rodearon la autenticidad de la pieza. Desde entonces la comunidad de especialistas tuvo opiniones polarizadas. El coleccionista Josué Sáenz lo entregó en 1974 al museo para su estudio.

Son 10 láminas de papel estucado y pintado las que se conservan en ellas se representa un calendario dedicado a Venus. Sin embargo, su estilo es claramente diferente al de los otros tres códices mayas: los de Dresde, París y Madrid. En el que se conserva en México se aprecian figuras de dioses venusinos, jeroglíficos para signos de días y cifras, pero carece de textos.

Sobre las ilustraciones, figuras y rostros humanos en las páginas del códice, una de las peculiaridades, se dijo en la conferencia, es que los rasgos y esquematismos coinciden con el del maya y tolteca del posclásico temprano, y no guarda similitudes con el naturalismo del maya del clásico tardío, ‘‘comprensible porque fue una época en Mesoamérica, a raíz de la caída de Teotihuacán”, en que hubo una influencia recíproca entre el centro y el sur.

Después del anuncio, se inició un simposio de dos días, donde se reportarán hallazgos y conclusiones. Las ponencias serán reunidas en una publicación que presentarán en la Feria Internacional del Libro de Antropología e Historia y el 27 de septiembre será inaugurada una exposición.

En el estudio participaron expertos en insectos y los daños producidos en el papel, físicos que dataron con radiocarbono y espectrometría de masas con aceleradores, arqueóbotanicos que con mínimos gramos analizaron las fibras de amate Ficus sp y geólogos examinaron los pigmentos de color, como el azul maya y de grana cochinilla, además de que se analizó el estilo, iconografía y contenido ritual.

Asimismo participaron arqueólogos, historiadores, conservadores y epigrafistas, entre un gran número de especialistas del INAH, de las universidades Nacional Autónoma de México y de Colorado, en Boulder, así como del Cinvestav campus Querétaro.

Fuente: La Jornada