Elna. Durante décadas, el pequeño museo de Elna, en el sur de Francia, armó una colección de obras del pintor local Étienne Terrus, principalmente óleos y acuarelas de los paisajes y construcciones de la región.
Pero lo que una vez fue una fuente de orgullo se convirtió en un bochorno, cuando se descubrió que 60% de ellas eran falsificaciones, dando una lección sobre los peligros de comprar arte sin contar con habilidades específicas y sobre la ubicuidad de los lienzos falsificados.
“Étienne Terrus es el gran pintor de Elna, forma parte de la comuna”, lamentó el viernes el alcalde Yves Barniol al reabrir el museo y su exposición de las obras de Terrus –sin las falsificaciones–.
“Saber que la gente visitó el museo y vio una colección que en su mayoría era falsa, es malo. Es una catástrofe para el municipio”, añadió.
Terrus (1857-1922) nació y murió en Elna, cerca de la ciudad de Perpiñán, donde pintó la costa mediterránea y las neblinosas laderas de los Pirineos.
Amigo de Henri Matisse, Terrus nunca logró el mismo nivel de fama, pero fue conocido a nivel regional y en los círculos artísticos gracias a su producción con influencias del impresionismo y el fauvismo.
El Museo Terrus de Elna empezó a coleccionar sus obras en los años 1990 y en los últimos cinco adquirió 80 nuevas obras, a veces gracias a recaudaciones locales.
Algunos de los habitantes locales que contribuyeron lamentan ahora haber sido tan ingenuos al conceder decenas de miles de euros a comerciantes locales de arte y coleccionistas privados.
Un panel de expertos consideró que, de las 140 obras del museo, 82 eran falsificaciones, lo que provocó una pérdida de unos 160 mil euros (200 mil dólares) a la localidad.
Problema mundial
El fraude de Elna lo descubrió un historiador de arte local de manera casi fortuita.
La alcaldía pidió a Éric Forcada el año pasado que reorganizara la institución tras las últimas adquisiciones, que procedían “en su mayoría de anticuarios” de la región.
En un primer vistazo se dio cuenta de que la mayoría eran falsificaciones. “En un cuadro, la firma con tinta se borró cuando pasé por encima mi guante blanco”, contó.
“A nivel estilístico era burdo, con soportes de algodón que no corresponden a los lienzos empleados por Terrus, y algunos anacronismos”, explicó.
Forcada alertó al principal experto cultural de la región y solicitó una reunión de un panel de expertos que confirmara sus hallazgos.
Ahora hay una investigación policial centrada en los comerciantes locales de arte, de quienes procedían la mayoría de obras.
Antes del escándalo, las pinturas de Terrus podían alcanzar hasta 15 mil euros (18 mil 200 dólares), y sus dibujos y acuarelas, hasta 2 mil, según Forcada.
En su opinión, “todo el mercado del arte a nivel local está gangrenado”.
Pero los expertos constatan que este fenómeno se produce a una escala mucho mayor.
“Nadie se hace ilusiones. Hay obras falsas y mal atribuidas en las colecciones de los museos”, señala el experto Yan Walther, de la compañía suiza SGS Art Services, líder en métodos científicos para autentificar obras de arte.
“Hay obras mal atribuidas en el Louvre [de París], en la National Gallery [de Londres] en todos los museos del mundo, pero no en una proporción del 60 por ciento”, indica.
Que una obra esté mal atribuida puede significar que fue producida por el taller o un ayudante del artista.
“Cuando alguien compra bienes inmuebles o un vehículo, hay una serie de pasos que todo el mundo debería dar: una evaluación técnica, comprobaciones sobre los antecedentes del vendedor”, dice. Pero “para el arte, curiosamente, la gente no tiene aún ese reflejo”.
Fuente: La Jornada