Xavier López: 64 años siendo “Chabelo”

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El famoso conductor con alma de niño cumplió 85 años físicamente, pero 13 de corazón. Le agradece a la vida tantos años con el personaje que lo hizo inmortal.

Generoso, buen hijo, buen padre, buen hombre, entregado y, por qué no, buen niño, son sólo algunas de las cualidades del hombre detrás del personaje que ha encarnado por casi 65 años y que justo este año llegó a sus 85 años de edad. Así es como Xavier López desea trascender.

¿Cuántos años cumple Xavier López?

Exactamente cumplí 85 años; nací el 17 de febrero de 1935, tema que no me quita el sueño, ya que la edad se lleva en el corazón y en la cabeza, no en lo físico, y yo en realidad tengo 13 años (risas). Nací en Chicago, Illinois porque mis papás vivían ahí. Mi mamá se quedó huérfana y un tío se la llevó a Estados Unidos; y mi papá, muy joven, se fue a hacer su vida primero a la frontera, después a Los Ángeles y terminó en Chicago. Fue ahí donde se encontró con mi mamá y se casaron. Por eso nací allá, pero cuando tenía dos años de edad nos vinimos a México.

¿Cuántos hermanos tienes?

Somos tres, más bien fuimos tres; aquí en la Ciudad de México nació mi hermana Lourdes, a la que le decíamos La Nena; desgraciadamente se nos adelantó. Mi hermana Rosita, que trabaja conmigo, nació en León, cuando mis padres se fueron a Guanajuato. Después mi familia se regresó a México cuando yo tenía 9 años y desde entonces a la fecha estoy aquí y no quiero salir de aquí. Estudié la primaria en el colegio de la Señorita Camarena, que era la escuela más famosa en León.

¿Fuiste muy travieso de niño? Cuéntanos alguna anécdota…

(Risas) Mejor que te cuente mi hermana Rosita, de verdad no sé por qué no me acusaban, bueno, sí sé, yo siempre fui muy grande y fuerte; aunque sólo tengo 13 años, todavía no termino de desarrollarme. Empecé a entrenar futbol americano, me daba mucha ilusión el disfrazarme (por así decirlo) de jugadores profesionales, así que bajaba un colchón de mi cama, lo ponía abajo contra la pared y a mis hermanas paradas para que yo las pudiera taclear (risas). Era muy brusco y La Nena era muy finita y Rosi más o menos se defendía, pero quedaban todas torcidas y golpeadas; nunca me acusaron, hasta que un día llegaron mis papás y vieron el colchón abajo (risas). Creo que sí me regañaron muy fuerte porque no lo volví a hacer. Otra anécdota fue cuando me compraron una bici rodada 28 con llantas gruesas y se frenaba para atrás, una maravilla de bici. Vivíamos en la calle de Acapulco, cerca de la calle de Durango y la escuela estaba en lo que ahora es la rotonda de la Fuente de las Cibeles; todavía existe la escuela Manuel López Cotilla; de hecho, como tengo 13 años, sigo en la escuela.

Mi mamá me obligaba a llevar a mis hermanas a la escuela, así que a Rosita la sentaba en el cuadro de la bici y a La Nena en la parte de atrás (no te creas, un niño de 13 años se cansa), pero cuando llegábamos a la esquina las bajaba de la bici, les decía que se agarraran de mi cinturón y las llevaba en la bici y ellas corriendo, una de cada lado, ya que yo las cuidaba. Hasta que un día La Nena se enfermó, le dio ?dolor de caballo?, la llevaron al doctor y cuál va a ser mi sorpresa que el doctor le pregunta a mi hermana si corría mucho y mi hermana contestó: ‘Sí, todos los días como dos cuadras para llegar a la escuela’, ¡puf!, y bueno, tuve que decir la verdad (risas).

¿Cómo fue que estuviste en el ejército norteamericano?

Bueno, en realidad tengo la nacionalidad de Estados Unidos por haber nacido en Chicago. Por lo tanto me llamaron al ejército en San Diego, reclutándome tres meses durante la Guerra de Corea; ésta terminó y me regresé a México. Renuncié a la nacionalidad norteamericana, aunque renunciar no está dentro de la legislación, y seguí siendo norteamericano, pero toda mi vida está aquí y me considero 100 por ciento mexicano.

¿Cómo nace Chabelo?

Se da de una manera muy casual y de necesidad. Empecé a trabajar cuando comenzó la televisión, en ese tiempo yo era ‘ejecutivo V’: ve a traer refrescos, ‘V’ por esto, por lo otro. Cuando inició Televisa éramos como ocho personas; yo era floor manager del programa Variedades de mediodía, ahí trabajaron Manuel ‘Loco’ Valdés, Héctor Lechuga y Sergio Núñez Falcón, y me pidieron que hiciera un sketch. Me vio el señor Ramiro Gamboa, sacó un libro de chistes que él compraba, lo abrió en una página al azar y me dijo ‘lee este chiste’. Se trataba de un padre y un hijo que se llamaba Chabelo, lo leí y me salió la voz de niño y fue exactamente ahí donde nació Chabelo. O sea, nací de un libro de chistes. En algún momento de nuestras vidas, Gamboa fue mi padre y yo su hijo, fuimos pareja mucho tiempo.

Desde ahí empezó mi carrera en la televisión, pero te tengo que contar el trago tan difícil que fue cuando me enfrenté a mi papá para decirle: ‘Dejo mi carrera de Medicina’ ya iba en segundo grado. Nunca se me olvida la cara de mi papá, se le desfiguró. Ese día me corté los pantalones, pues en ese tiempo, la profesión de actor no era bien vista, se pensaba que no era lo mejor.

Pero yo pienso que esta profesión es la mejor carrera para todo ser humano. Lo he visto a lo largo de mis 85 años: carrera humana dedicada a la humanidad.

Con información de Caras