Xalapa, Ver. La palabra náhuatl y el son jarocho se hicieron presente en el recinto de la Feria Internacional del Libro Universitario 2018, durante la velada de poesía y música a cargo del poeta Mardonio Carballo y del músico Ramón Gutiérrez.
Poco después de las 20:00 horas de este domingo, Carballo y Gutiérrez subieron al escenario del Foro Sergio Galindo, pero no iban solos. Lo que sería un dueto se convirtió en un conjunto de seis personas.
Mardonio Carballo explicó que “por fortuna del azar, y el talento de Ramón Gutiérrez, nos convertimos en un combo de seis personas, lo que es maravilloso porque lo colectivo siempre es más bonito”.
Y tan pronto como Ramón Gutiérrez comenzó a rasgar su jarana hecha con cedro del llano, Mardonio comenzó a decantar su poesía. Versos en español y en náhuatl que evocaron la inmortalidad de la música, de los códigos que debe transgredir un hombre para matar a otro, los fantasmas en un México de sombras.
“¿Cuánto pesa un muerto?/Hay sucesos que la ciencia explica de ciertas formas. Al mismo evento se le llama de otro modo al ser revisado o revestido por el imaginario colectivo. ¿Ha sentido que se le sube el muerto alguna vez? De ser así, le vuelvo a pregunta: ¿Cuánto pesa un muerto? Se pudo imaginar esa sensación de terror e inmovilidad? Si lo pudo imaginar: ¿Cuánto pesan 90 mil muertos?”
El versado de Mardonio estuvo acompañado del zapateado de Tania Susan, el bajo de Óscar Terán, la voz de Lucía Gutiérrez, el golpeteo del cajón por Santiago Gutiérrez, y el canto y jarana de Stephanie Delgado.
En su mensaje de despedida al público, el poeta náhuatl habló de un país desangrado y la necesidad de convertirnos en árboles, “que toman y extraen las sales minerales de los restos, los huesos de la memoria, y crecen hacia arriba”.
“Que así sea la oportunidad para nosotros, de construirnos hacia arriba como las flores como los árboles. Que no sea en vano la muerte de nadie. Que no descanse en paz nuestra memoria”.
Mardonio Carballo y el quinteto con el que compartió escenario se fueron en medio de aplausos de un público, que quería seguir escuchando de poemas y son jarocho.
Fuente: La Jornada