Tanto del lado del océano Pacífico, como del Atlántico, las costas mexicanas se preparan para recibir un promedio de 14 a 15 ciclones, respectivamente, de los cuales más de la mitad podrían alcanzar la categoría de huracán, de acuerdo con información del Servicio Meteorológico Nacional (SMN).
Identificar qué tipo de tormenta se está formando ayuda a las autoridades y poblaciones a responder de forma pronta y efectiva. Una vez que el ciclón se convierte en huracán, se mide en cinco categorías de acuerdo con la Escala Saffir- Simpson y sus consecuencias pueden ser las siguientes:
- Categoría 1 a 3: Daños mínimos (o considerables) principalmente a vegetación, muelles y embarcaciones. Se pide a la población evacuar de las zonas costeras bajas.
- Categoría 4: Daños severos a hogares, se presentan inundaciones. Evacuación masiva de los residentes desde la costa hasta tres kilómetros tierra adentro.
- Categoría 5: Daños catastróficos, la mayoría de las vegetación y viviendas es destruída o seriamente dañadas y se presentan marejadas intensas. La población debe ser completamente evacuada.
“Anticiparse a la magnitud de un desastre natural no es posible, pero los registros meteorológicos nos ayudan a conocer cuáles son las zonas vulnerables y con esta información podemos estar preparados para responder de forma rápida y efectiva ante una emergencia para minimizar los daños materiales pero, principalmente, salvar vidas”, aseguró Javier Sánchez Serra, Director de Tecnología de Mer Group México.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) dio a conocer en mayo el pronóstico de ciclones tropicales para este 2018 que es de 32, superior al promedio de 28. Los últimos huracanes que se han formado en el Pacífico, “Héctor” y “John” de Categoría 1, han provoca fuertes lluvias e inundaciones en algunas zonas del país, aún cuando no han tocado tierra.
“En este caso, a ninguna de las depresiones meteorológicas, por menos intensas que sean, se les ha dado poca importancia. Es exactamente porque no podemos saber cómo va a evolucionar, que desde su formación se deben empezar a implementar las medidas de seguridad adecuadas. Recomendamos programas hechos a la medida que cubra todas las necesidades que pudieran surgir durante una eventualidad de esta naturaleza”, agregó Sánchez Serra.
“Estar preparados es la base para que una comunidad se ponga nuevamente de pie, se recupere y se rehabilite de forma óptima. La preparación consiste en buscar una solución que integre tres factores clave: las personas, procesos y tecnología especializada. Asimismo, se debe realizar una evaluación del entorno antes, durante y después de un incidente”, finalizó.
Los desastres naturales no dejarán de suceder, pero lo que sí podemos hacer como sociedad responsable, con ayuda del gobierno e instituciones especializadas, es saber responder a las emergencias, sea cual sea, y de forma organizada, de esta manera el impacto podrá ser menor.
Fuente: MER Group