Hordas jóvenes se adueñaron ayer del Autódromo Hermanos Rodríguez, donde no se escuchó el rugir de motores. Esta vez el ruido vino de los riffs de guitarras, los bombos y platillos, los golpes de los bajos y hasta de las secuencias de los samplers y cajas de ritmos.
Una vez más el Festival Corona Capital convocó a miles de melómanos que gozaron con la presentación de más de 20 grupos de rock, pop y los sonidos circundantes de estos géneros.
Se montaron cuatro escenarios en los que las bandas emanaron fuertes dosis sonoras que dejaron intoxicados a los escuchas.
Desde las 2 de la tarde (y hasta la una de la madrugada) se pudo degustar de las descargas de Clairo, Youngblood, Pond, Pale Waves, Borns, Sparks, Now Now, Quinn XCII, Atlas Genius… nombres conocidos para la generación millennial, que nadó en mares de libertad.
Prohibido aburrirse
De un proscenio a otro, las tribus, en modo catarsis, fluyeron con pop acústico a máxima intensidad. Fue la apropiación de un espacio en el que el aburrimiento estaba prohibido. Buena música, cerveza, comida y hasta juegos interactivos –las marcas saben cómo convocar–, pero sobre todo, la liberación de un espíritu indómito a través de la expresión del sonido.
El colectivo mutado jugó, gritó, fumó y tomó, pero mas aún, vivió la experiencia de la música en directo, que da orgánica vitalidad.
En el Corona Capital se puede hacer de todo, hasta soñar que se está en otro lugar, como en Glastonbury (Inglaterra) o Coachella (Estados Unidos), con las respetables distancias. Acá es Chilangolandia, donde también se da la oportunidad de ataviarse con la ropa de tendencia, o lucir el cuerpo que tanto ha costado en el gimnasio.
Las sellos comerciales de todo tipo usan esta actividad de escaparate. Es lo de hoy
–argumentan– relacionar la cultura, en este caso la musical, con lo comercial. Esto destaca en este festival, que prepondera la exhibición y hasta el bluff, pero que también ofrece el noble alimento espiritual de buena música, que lo avasalla todo.
Acá se vale correr, gritar y hasta empujar… Es ludoteca juvenil para levitar, para vivir los mejores estados de cuando la piel es joven aún.
De ello se encargaron creadores como Panic at the Disco, The Jesus and Mary Chain, The Kooks, Bastille, Shannon and the Clams o Petit Buiscuit, pero sobre todo, las cabezas del cartel de este sábado: The Chemical Brothers, Lorde y Robbie Williams, los cuales cerrarían la jornada entre la histeria colectiva.
Un día más del Corona, que se corona en el eclecticismo, y que este domingo promete más droga sonora, la cual no necesita legalización.
Fuente: La Jornada