El artista visual Gustavo Monroy (Ciudad de México, 1959) recupera figuras como Adán y Eva, la escultura Pietà, de Miguel Ángel, y la metáfora bíblica de Jonás, para crear 30 obras de gran formato en la muestra Ausencias, con pulsiones y remembranzas sobre violencia, exilio y frontera en México, esa cicatriz abierta donde el arte es resistencia y que será expuesta desde este jueves al 29 de febrero de 2020 en el Museo Francisco Goitia de Zacatecas.
Una de las referencias que Monroy recupera es La expulsión de Adán y Eva del paraíso terrenal, un fresco que el renacentista Tommaso di ser Giovanni di Mone Cassai, Masaccio, pintó sobre la pared de la Capilla Brancacci en la iglesia de Santa María del Carmine en Florencia, hace casi 600 años.
“Tomé ese símbolo de la pareja expulsada como una metáfora de los primeros migrantes, pensando que Adán y Eva fueron los primeros desterrados, los primeros expulsados que debieron salir de su entorno a buscar otros territorios”, detalla el artista en entrevista con Excélsior.
También retoma la Pietà y el pasaje de Jonás, que califica como metáforas de nuestro tiempo. “Así que retomo estos símbolos para reconfigurarlos, recontextualizarlos y resimbolizarlos en un contexto muy concreto de nuestra historia”.
¿Por qué le interesó la migración? “Tiene que ver con mi biografía, experiencias personales y lecturas como El mundo de ayer de Stefan Zweig, ese gran escritor que se suicidó en Brasil después de la visión apocalíptica y su experiencia en Europa, con la Primera y la Segunda Guerra Mundial, y vivió en carne propia ese empoderamiento del fascismo y del nazismo en una Europa que se llenó de fronteras.
“El mundo de ayer nos advierte que el pasado siempre está presente. Y en esa calca de ver siempre el presente, busco la síntesis de la tradición en la pintura. La pintura siempre es síntesis, porque tú tienes que trabajar de forma sintética y en soledad”, abundó.
Sin embargo, descree de la narcoliteratura, pues, “al igual que las demás modas, ya nació muerta; en cambio, la pintura es una tradición viva, no muere. Y cuando veo a Masaccio, él me habla de este momento. En cambio, la narcoliteratura tuvo un momento, una vigencia, pero es una moda que se extinguirá”.
PINTAR ES RESISTIR
Monroy reconoce que una de sus debilidades o errores es su obsesión por los personajes y paisajes desérticos.
“Sé que repito algunas de imágenes, soy obsesivo y para subrayar que esta metáfora es vigente, que cotidianamente todos somos Adán y Eva expulsados del paraíso”.
A esto se suma el hecho de que Monroy vivió su infancia en la frontera de Sonora y EU. “El desierto, la migración y el cruce en la frontera, como parte de tu vida cotidiana, te marca. La frontera te marca. Esos tres mil 500 km de frontera siempre han sido una cicatriz abierta, aunque esas fronteras ya se recorrieron y el país entero se ha fronterizado. Además, no hay que olvidar que tenemos una frontera en el sur, también herida abierta”, subraya.
¿Qué tipo de metáfora encuentra en el desierto? “Está el desierto como metáfora de esas historias que viven cotidianamente por los migrantes, quienes dejan ahí la vida, sus restos y despojos. Trato de sintetizar la realidad con estas imágenes tan fuertes y antiguas, pero vigentes. El desierto es un universo propio y una metáfora de la vida, porque en ese lugar puedes encontrarte a ti mismo”.
¿Por qué recuperar a Adán y Eva? “La idea es retomar a esa pareja tal cual fue pintada por Masaccio e ir deconstruyéndola y mexicanizando. Hay imágenes en donde ya son prácticamente calaveras. Esto me recuerda que me ha tocado ver en el desierto cómo la migración se convirtió en un negocio tremendo en donde te venden las mochilitas con tu kit para que cruces el desierto, a sabiendas de que difícilmente vas a lograr semejante odisea”.
¿Por qué Masaccio? “Lo que hago es traer (esos personajes) al siglo XXI para hablar de lo mismo en este mundo, en esta nueva época en que vivimos la tragedia universal de los éxodos”.
¿Qué hay de esos cuerpos con máscaras? “Las pinturas con máscara de jaguar son parte de esa serie de pinturas sobre Ayotzinapa que empecé a pintar a la semana de haber leído sobre la tragedia, tratando de buscar una explicación. Porque la máscara del jaguar es la máscara del guerrero también”.
¿Es la pintura una crítica de su tiempo? “Es resistencia, sobre todo en esta época en la que es tan importante apoyar la cultura, fomentar el arte y actos de resistencia y curación. En la pintura, lo que se necesita es una gran capacidad de sintetizar a partir de una tradición, con tus oficios y tus marcos de referencia, tu amor a la pintura, desde los discursos, ideas y expresiones”.
¿La pintura no necesitaría distanciarse de los hechos inmediatos? “El artista es un cronista de su tiempo. Lo hicieron Delacroix, Picasso, Goya y los pintores que plasmaron a los bisontes en las Cuevas de Altamira, es decir, sales a cazar el bisonte, regresas a tu cueva y lo plasmas; sales en España, ves la invasión francesa, los fusilamientos y regresas al estudio a pintar Los fusilamientos del 3 de mayo que hizo Goya. Esto permite que a veces conozcamos más de lo que sucede en una época”.
Ausencias coincide con la apertura de Destierros, en el Museo de Aguascalientes, inaugurada en septiembre pasado y que completa la serie antes descrita.
Fuente: Excélsior