Rosario Robles cumple un año en prisión; “hay justicia selectiva”, dice

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Rosario Robles Berlanga, ex secretaria de Desarrollo Social, dijo que por “la venganza de unos, la cobardía y el silencio cómplice de otros”, además de una procuración de justicia selectiva, hoy cumple un año presa en el penal femenil de Santa Martha Acatitla.

La ex funcionaria despertó, como en los últimos cuatro meses, en su celda ubicada en el pabellón B, en el área de población. Hoy, acusa que se han violado sus derechos al debido proceso y a la presunción de inocencia. “Cumplo un año de estar privada de mi libertad injustificadamente. La venganza de unos, la cobardía y el silencio cómplice de otros, y una procuración de justicia selectiva me tienen aquí”, aseguró en una carta la ex funcionaria durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Robles Berlanga enfrenta un proceso por su presunta responsabilidad en el delito de ejercicio indebido del servicio público, el cual no amerita prisión preventiva oficiosa y que se puede enfrentar en libertad, por lo que cuestionó la forma selectiva en que se ha tratado a otros personajes que enfrentan procesos.

“A quienes se les ha acusado de delitos más graves se les respetan sus derechos, y a los delincuentes del crimen organizado se les ha dejado flagrantemente en libertad”, expresó. Epigmenio Mendieta, abogado de Robles, refirió el caso de Emilio Lozoya, ex director de Petróleos Mexicanos (Pemex) durante la misma administración y quien no está en la cárcel, tras ser vinculado a proceso por los casos Odebrechet y Agro Nitrogenados.

“Uno de los comentarios que hicimos es: nosotros queremos ser tratados así, con todos esos beneficios y con todas esas reglas del debido proceso que sí prevé el Derecho penal, nosotros queremos eso, es a lo que aspiramos, que nos traten exactamente en esa condición”, dijo en entrevista con MILENIO.

Cambio de estrategia legal para salir

Robles no quiere pasar un minuto más presa y, junto con su defensa legal, decidió cambiar de estrategia para no atrasar más su proceso. “Vamos ir a juicio. Ella desea disfrutar de su libertad”, aseguró Mendieta. A partir de este momento ya no habrá más amparos en contra de la vinculación a proceso por el delito de ejercicio indebido del servicio público, en su modalidad de omisión, resuelta por el juez Felipe de Jesús Delgadillo Padierna.

“La finalidad es resolver la situación jurídica de Rosario Robles lo más pronto posible, porque definitivamente la cárcel no es el lugar donde debe estar”, subrayó su defensor. Y es que la batalla jurídica no ha sido poca: tres despachos de abogados han defendido a Robles en siete distintas audiencias ante diversos jueces; media docena de amparos y dos apelaciones han sido interpuestas y resueltas por diferentes juzgados y tribunales. “Ha sido un proceso largo, desgastante, con resultados adversos”, reconoció el abogado.

Carta de Rosario Robles

Hoy cumplo un año de estar privada de mi libertad injustificadamente. La venganza de unos, la cobardía y el silencio cómplice de otros, y una procuración de justicia selectiva me tienen aquí. Se me acusa de una omisión (que no de corrupción) que no merece prisión, se han violado mis derechos al debido proceso y a la presunción de inocencia.

Se me juzga por quien soy y no por lo que supuestamente hice. Se ha puesto en marcha toda una maquinaria para denostarme, difamarme, hacer escarnio de mi persona, con una saña que es proporcional al miedo y al odio que me tienen.

Llama la atención que soy la única en esta condición. A quienes se les ha acusado de delitos más graves se les respetan sus derechos, y a los delincuentes del crimen organizado se les ha dejado flagrantemente en libertad.

La conclusión es clara: no se trata de un ánimo de justicia. Estoy aquí porque me llamo Rosario Robles. También porque soy mujer. Quieren borrar una vida entera de lucha por mejorar nuestro país, y por abrir espacios y pelear por los derechos de las mujeres.Quieren borrar mi historia, anularme, silenciarme. No es la primera vez.

A mujeres que se han atrevido a subvertir el orden patriarcal se les ha condenado; se les ha mandado a la hoguera o a la guillotina, se les ha obligado a vestirse de hombres para ser reconocidas o confinadas a un convento. Miles han sido asesinadas por su pareja; a otras nos mandan a la cárcel para excluirnos, borrarnos.

Pero más temprano que tarde aparecerán en mi camino juzgadores que con valentía apliquen la ley y me hagan justicia. Yo estoy tranquilo como dijo recientemente el Presidente “mi tribunal es mi propia conciencia”. El problema es para quienes mandan mensajes equivocados a la sociedad: mejor huye porque si te presentas voluntariamente, tu delito no es grave y eres leal a tus principios, pero eres considerado adversario/a, tu destino es la cárcel.

A veces despierto desolada, pero entonces pienso que lo mío es nada frente al duro hecho de que más de 55 mil familias mexicanas están de luto y abandonadas en su dolor, que muchos tienen hambre, que cientos de miles se han quedado sin trabajo y que muchas madres tendrán que optar entre trabajar para darle de comer a sus hijos o quedarse en casa para hacerle de maestras o cuidadoras porque el Estado ha delegado en ellas lo que es su responsabilidad.

A fin de cuentas, a pesar de la situación, estoy agradecida porque estoy viva y sana. Porque mi hija Mariana (mi mayor tesoro) goza de salud y ante esta adversidad ha mostrado una fuerza que me hace sentir orgullosa, porque mi familia y mis amigos se encuentran bien y no me abandonan, porque muchísima gente a la que no conozco me ha enviado su solidaridad y bendiciones.

Por otra parte, siempre me he sentido orgullosa de que soy de los pocos políticos/as que han recorrido el país, que han llegado hasta los lugares más recónditos.

Siempre he dicho que he trabajado por las comunidades más pobres, y porque las mujeres rompan las cadenas que las atan (hay una ley Robles, por ejemplo).

Pero ahora he tenido oportunidad de estar con las olvidadas entre las olvidadas. Con las mujeres que nadie voltea a ver (yo misma no lo había hecho), muchas de las cuales son inocentes. Algunas porque son indígenas o porque no tienen recursos para una buena defensa.

He conocido de primera voz relatos desgarradores.

La cárcel tiene cara de pobreza. La injusticia tiene cara de mujer. Aquí he asumido una causa más. La de muchas de estas mujeres que se me acercan con la esperanza de encontrar una luz, una palabra de aliento, una solución. Porque el poder (de servir) no te lo da un cargo, sino la fuerza interior y una trayectoria que aún en este lugar de oscuridad muchas respetan.

No dejo de luchar entonces. Quiero demostrar mi inocencia. Pronto dejaré atrás este episodio. Estoy segura.

Mientras tanto, gracias, muchas gracias a las y los que con su fuerza me han sostenido, en especial a mi Mariana que no me deja caer. Pronto podremos darnos un abrazo.

Rosario Robles

13 de agosto 2020

 

Con información de Milenio