Detrás de toda exhibición de arte hay una historia. La de Orozco, Rivera, Siqueiros: la exposición pendiente es, en el fondo, el contenido de la muestra cuyas 60 pinturas regresan al Museo de Arte Carrillo Gil (MACG) después de una itinerancia sudamericana y europea, que primero la llevó al Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile, donde una primera versión de la exhibición iba a inaugurarse el 13 de septiembre de 1973, apertura que se frustró debido al golpe de Estado perpetrado dos días antes por Augusto Pinochet al gobierno democrático de Salvador Allende.
Para Carlos Palacios, curador en jefe del MACG, hacer la muestra en Chile en 2015 constituyó “una manera de cerrar ese capítulo de la exposición que fue instalada, sin embargo, quedó pendiente de verse”. Para su segunda edición “hicimos un gesto contrario, no llevamos obras mexicanas a Santiago de Chile, sino que metimos el museo chileno en el MACG –se adaptó el plan museógrafico original.
Por eso hemos incluido tres de las únicas ocho fotografías tomadas después del ataque militar por el chileno Sergio Berthoud, quien logró entrar después al museo, con su director Nemesio Antunes. Es el espacio donde estuvo la exhibición; se ven las huellas de las balas”.
La exposición pendiente comprende un total de 102 piezas porque incluye material que documenta la odisea vivida. La muestra original, Orozco, Rivera, Siqueiros: pintura mexicana, era de 169 obras, sin embargo, dadas las dimensiones más modestas del MACG se hizo una selección que “diera cuenta de los ámbitos y temas de los tres artistas para concentrarla en las 60 piezas que están en el museo”.
Organizada por el museógrafo Fernando Gamboa (1909-1990), la exposición debió viajar desde Rusia –por instrucciones del entonces presidente Luis Echeverría–, donde se encontraba, hasta Santiago de Chile, primero, para celebrar las fiestas patrias mexicanas, y segundo, con motivo del tercer aniversario del gobierno de la Unidad Popular, encabezado por Allende. El plan incluía también una exposición de artesanías y otra de mil 500 libros.
En notas escritas por Gamboa, incluidas en la muestra, el diplomático empezó a develar “las tensiones políticas que se vivían en los meses anteriores a la exposición; sin embargo, no se sospechaba nada peligroso todavía”. El día del asalto al Palacio de la Moneda la delegación mexicana tenía una junta para organizar las jornadas mexicanas en Chile, que acompañarían a las exposiciones. “Sin embargo, desde la ventana de su hotel, frente al Palacio de la Moneda, Gamboa ve un avión militar que realiza un vuelo rasante que lo hace sospechar. Intenta salir de su hotel sin éxito”.
También hizo registros de audio con “una pequeña grabadora que por casualidad le mete en la maleta la esposa de uno de los de la delegación”, recogidos en un video. Es evidente la preocupación de Gamboa por las obras que apenas en 1972 habían ingresado al patrimonio nacional. México, pues, condenó el golpe de Estado, dio asilo a Hortensia Bussi, viuda de Allende, y a sus hijas, y comenzó “un extraordinario despliegue de movilización de exiliados liderado por su embajador en Chile, Gonzalo Martínez Corbalá (1928-2017), quien nos ayudó muchísimo”.
El abrupto regreso a México
Gamboa estaba en las listas de personas que se tenían que salir del país, no obstante se quedó: “Espera un salvoconducto de la junta militar para sacar la colección porque él y el vigilante nocturno tienen que recoger las 169 obras, meterlas en las 27 cajas y esperar a que se puedan ir. De hecho, hay un intento de viaje, va al aeropuerto, le dicen que no pueden viajar las obras porque los aviones estaban ocupados por los exiliados. Las obras de la colección quedan de nuevo embaladas en el museo. Finalmente, el 27 de septiembre regresan sanos y salvos a México”.
Entre la documentación se exhiben los dos catálogos publicados en 1973. El de la parte mexicana contiene un texto de Pablo Neruda, Tres hombres, se supone que el último que escribió porque murió el 23 de septiembre de ese año.
La exposición pendiente permite mostrar cuadros como siete óleos, realizados entre 1915 y 1917, de la época cubista de Diego Rivera, que “difícilmente vemos juntos”. Carlos Palacios explicó que Álvar Carrillo Gil “los compró prácticamente sin verlos. No le interesaba el periodo de Rivera a su regreso de París en 1921”. Otro cuadro poco exhibido es Desfile del primero de mayo (1952), de Siqueiros.
La muestra permanecerá hasta el 5 de mayo de 2019 en el MACG, avenida Revolución 1608, San Ángel.
Fuente: La Jornada