Mínimos de noviembre

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Se va noviembre o casi y se empeña en dejarnos estos mínimos. Retazos de días deshilvanados, notas perdidas en libretas; anotaciones al margen pero en el centro; garabatos sobre un post-it o en tarjetas de media carta; memorias del tiempo que no alcanzaron a ser reseña, ficción, crónica. Los mínimos que dejó noviembre y, en cierto modo, el año.

  1. Hemos olvidado apreciar el valor del silencio.
  2. A veces “la cascada punzó sobre su espalda” existe más allá de esos, otros, estos años.
  3. La literatura es mejor que la vida. (Iba a escribir “a veces”, pero ese “a veces”, sobra).
  4. Días de mala uva corrían por la envenenada primavera, el acre verano, el ácido otoño y no, no era Praga.
  5. Todo optimismo es siempre una exageración. También todo pesimismo.
  6. Volver es regresar a la rutina.
  7. ¿Qué es la tristeza sino la íntima celebración de una o todas las derrotas?
  8. ¿Un ciudadano un voto? ¿Un lector una lectura?
  9. Está en marcha, ostensiblemente, un proceso de estupidización colectiva. Lástima que Discépolo no esté acá para ponerle letra.
  10. La (im)precisión  conceptual como (pen)último recurso.
  11. La vida como ensayo. Ensayo para la muerte.
  12. Desesperanza, La. Es esa larga calle de la ausencia.
  13. Fe, La. Esa pérdida puntual de todo en la orfandad.
  14. Huérfano. Duro epítome.
  15. La tristeza es una forma extraña de la felicidad.

Columna Anaquel de Omar González