Alma es una periodista, Ed es guitarrista en una banda de rock y una amiga común los presenta; ambos, Alma y Ed, “se enamoran más allá de la realidad, tienen experiencias eróticas tanto en sueños como cuando él está tocando su guitarra en algunos conciertos…. No sigo contando para no ser una ‘spoiler’”, me dice con tino y buen humor Ligia Urroz (Managua, 1968) vía correo electrónico a quince días vista que “Once mujeres que cuentan erotismo” se presente en El Museo del Telégrafo (Tacuba número 8) en la ciudad de México a las 19:00 horas el próximo 30 de mayo.
Coordinada por Linda Báez, escritora nicaragüense, el segundo libro de la trilogía incluye Viajes oníricos, el cuento que a partir del mito de Eros y Psique ha escrito Ligia Urroz, melómana declarada que decidió, porque el secreto de la vida está en la música y la literatura, “escribir desde una mirada masculina y meterme en la piel de un guitarrista apasionado por el rock”. No sobra entonces señalar en palabras de la autora que: “soy la rythm guitar de la banda de rock Octubre XX”; de ahí a introducirse en el mundo de Ed –deduzco—no hizo falta mucho, excepto por el hecho, no menor, que Ligia Urroz señala con rotunda precisión: “Escribir cuento es completamente diferente a escribir novela. En la novela tenemos mucho tiempo para contar la historia que queremos, podemos desarrollar ampliamente a los personajes y narrar varias subhistorias y así llegar al final. En cambio en el cuento, no tenemos esos recursos, escribimos contra reloj, debemos mostrar la tensión desde las primeras oraciones y concentrarnos en una sola historia”, ese breve espacio de realidad que. O “como diría Julio Cortázar, -señala Ligia-, el cuento es como cuando un fotógrafo ‘recorta un fragmento de la realidad, fijándole determinados límites, pero de manera tal que ese recorte actúe como una explosión que abre de par en par una realidad mucho más amplia’”.
Sobre el acto de escribir, Ligia Urroz señala que, “escribir es un acto de revelación que a veces se vuelve necesario. En ocasiones es producto de un ejercicio de introspección. Es desbordarte y regalarte. Viajar y viajarte. Ponerte en los zapatos de otro. Es la empatía. Pensar en otra cabeza. Ser otra persona. Vivir otra vida. Crear”. Y agrega: “Me siento muy cómoda escribiendo cuento ya que soy bastante sintética. La muralla, mi primera novela publicada, es justamente una novela breve”. Novela que, por cierto ha gozado de buena acogida en tanto que tras una edición bilingüe lanzada por Narratio en 2017 luego de tres ediciones en Laboratoriodenovela es uno de los “6,779 títulos para el acervo de Bibliotecas Escolares y de Aulas de las escuelas públicas de educación básica. Específicamente para tercero de secundaria” en el rubro de “Narrativa Contemporánea”, señala Ligia, economista egresada del ITAM con maestría por la London School of Economics and Political Science así como grados académicos vinculados a la literatura en tanto que Ligia Urroz cuenta con un Máster en literatura en la era digital por la Universitat de Barcelona, Máster en literatura por la Universidad Anáhuac, Especialización en literatura comparada por la Universitat de Barcelona, Posgrado en lectura, edición y didáctica de la literatura y TIC por la Universitat de Barcelona y varios diplomados en arte, literatura y cinematografía, siendo además Egresada de Laboratoriodenovela.
Si como suele decirse somos lo que leemos, Ligia Urroz, que aprendió a leer a los tres años y supo luego sorprender a Gabriel García Márquez con una seguidilla de preguntas, ha abrevado lo mismo del boom latinoamericano que de una gama de autores –mujeres y hombres— cuya revisión termina, como en el caso de los buenos lectores sucede siempre, en una inevitable cercanía que pasa lo mismo por Vargas Llosa que por Lispector, por Faulkner y Piglia, por Rivera Garza y Saramago por citar algunos.
Sobre el día a día de su escritura, Ligia Urroz señala: “la escritura requiere disciplina y oficio pero las ideas pueden surgir en los momentos más inesperados: en un café, haciendo ejercicio, escuchando música, en sueños, charlando con alguien, a través de una mirada, del olfato, del tacto… allí es cuando debemos literalmente de “tomar nota” de dicha idea para luego desarrollarla cuando estemos trabajando. Cuando escribo no siempre tengo claro el final que le daré a la historia, muchas veces hay “algo” que me conduce y eso es arrebatador”. Tan arrebatador como la historia de Alma y Ed –deduzco nuevamente—que a finales de este mes será presentada a todo lujo en la noble y leal Ciudad de México donde Ligia, para fortuna de la ciudad y sus lectores reside y escribe.
Sobre lo que vendrá en términos de creación, apunta: “Estoy muy contenta porque además de tener novela y cuento publicados, muy pronto saldrá un ensayo titulado “El color púrpura, Persépolis y la Vida de Adèle: un ejercicio de literatura comparada desde una perspectiva de género”. Es un trabajo académico de literatura comparada, tema que junto con la idea de la equidad de género, me entusiasman sobremanera”.
Retórica o acaso ingenuamente le pregunto a Ligia si el secreto está en la guitarra. “El secreto –me dice—es más bien sentir la música y la literatura a flor de piel”. Sé entonces que tiene razón, que todo radica en la musicalidad del fraseo, el que “conduce la pluma/que traza en el papel su litoral” como en algún momento escribió Xavier Villaurrutia de cuya expresión me apropio con el debido crédito. “Once mujeres que cuentan erotismo” se presenta en El Museo del Telégrafo (Tacuba número 8) en la ciudad de México a las 19 horas el próximo 30 de mayo. No se vale faltar.
Columna Anaquel
Columnista: Omar González