Por Fernando Cruz López
De todos es conocido que, en un sistema democrático saludable, la oposición juega un rol fundamental para mantener el equilibrio de poder y asegurar que ninguna facción acapare el control absoluto. Lamentablemente, en el actual contexto político de México, hemos visto cómo el partido en el gobierno ha ido acumulando cada vez más poder, debilitando a los demás poderes del Estado y dificultando el ejercicio de la crítica y la fiscalización.
Es por eso que, en este escenario, la oposición enfrenta el desafío de desempeñar un papel crucial para contrarrestar la tendencia a la acumulación de poder y defender el equilibrio institucional. Su función no debe limitarse a la mera crítica o la obstrucción sistemática, sino que debe asumir una postura proactiva y constructiva en beneficio del país.
Para empezar, la oposición debe erigirse como el principal bastión de vigilancia y contrapeso del gobierno. Esto implica ejercer una labor de fiscalización rigurosa, cuestionando las iniciativas del Ejecutivo, revisando a fondo los presupuestos y las políticas públicas, y denunciando cualquier abuso o desviación de poder.
La verdad es que todos los mexicanos esperamos que la oposición se convierta en la voz que vigile, cuestione y exiga cuentas al gobierno, fortaleciendo así la transparencia y la rendición de cuentas, algo que hasta el momento no hemos visto en nuestra patria, lo que si hemos presenciado es un triste y pobre papel de los que se dicen ser de oposición, lo peor es que muchos son más bien paleros del gobierno en turno.
Los mexicanos tenemos entendido que la oposición debe asumir un papel de liderazgo en la construcción de consensos y el diálogo constructivo. Si bien es natural que existan diferencias ideológicas y programáticas, la oposición debe estar dispuesta a tender puentes, a encontrar puntos de encuentro y a trabajar de manera colaborativa en aquellos temas en los que sea posible el acuerdo.
Hay que recalcar que esto no significa renunciar a sus principios, sino más bien demostrar madurez política y anteponer el interés nacional a las diferencias partidistas, ahora que llegue al gobierno la nueva presidenta, esperamos que tienda esos puentes con los opositores, pues con el actual mandatario jamás vinos eso.
En este sentido, la oposición debe proponer soluciones viables y alternativas a las políticas gubernamentales, mostrando una visión de país sólida y coherente. Debe convertirse en un contrapeso inteligente y propositivo, capaz de presentar iniciativas y proyectos que fortalezcan las instituciones, protejan los derechos ciudadanos y promuevan el desarrollo económico y social del país.
Adicionalmente, la oposición tiene el desafío de fortalecer su presencia en los espacios de representación popular, como el Congreso y los gobiernos estatales y municipales. Esto le permitirá amplificar su voz, bloquear iniciativas dañinas y construir redes de apoyo a nivel territorial. Asimismo, la oposición debe enfocarse en consolidar su estructura organizativa, renovar su liderazgo y fortalecer su vínculo con la ciudadanía, de modo que pueda presentarse como una alternativa viable y confiable.
Por último, muchos mexicanos tenemos aun la esperanza de que la oposición pueda desempeñar un papel fundamental en la defensa del estado de derecho y las instituciones democráticas. Ante los intentos de concentración de poder y de socavamiento de los contrapesos, la oposición debe alzar la voz y movilizar a la sociedad civil para proteger la autonomía de los poderes públicos, el respeto a los derechos humanos y el apego a lo que mandata nuestra constitución, que es la que nos debe regir.