Exigen un uso público de Los Pinos; se planea transformarla en centro cultural

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Los últimos días de Los Pinos como residencia de los presidentes mexicanos están contados. El plan para la casa de 60 hectáreas del virtual gobierno electo de Andrés Manuel López Obrador consiste en transformarla en un centro cultural que terminaría con uno de los símbolos más poderosos del presidencialismo mexicano, “y con esa idea del Presidente como algo intocable, distanciado de la gente”, dice el historiador Ricardo Pérez Montfort.

La idea, según el planteamiento de López Obrador, es integrar el predio que desde 1939 es utilizado como casa presidencial al Bosque de Chapultepec, lo cual, considera por su parte Antonio Azuela de la Cueva, presidente del Consejo Rector Ciudadano del bosque, “es una buena noticia”.

Azuela habla a título personal, pues el tema aún no se ha discutido al interior del consejo, pero advierte que deberá vigilarse que Los Pinos no se convierta en un monumento del poder presidencial, como ha sucedido con otros espacios del bosque; incluso, en este sexenio, cuando se construye un museo que evoca la reforma energética impulsada por Enrique Peña Nieto.

“Si será un proyecto de acceso público, personalmente me da gusto; es una cosa de celebrarse. Lo otro es que ojalá lo que se haga no sea un monumento para celebrar el poder presidencial, sino que sea algo realmente de uso público, que sea culturalmente pertinente y no para celebrar la figura presidencial, porque en el pasado así se usó el Bosque de Chapultepec; de alguna manera, el Museo Nacional de Antropología era la culminación del sexenio de López Mateos.

Más recientemente tuvimos el intento de hacer el Museo Energético, que se planeó pero con la intención de celebrar una iniciativa presidencial, la reforma energética. Es un proyecto que está ahí y que será mucho más modesto de lo que iba a ser (el espacio se planea como el Museo Nacional de Energía y Tecnología y abrirá a finales de este año). Vamos a ver qué viene en Los Pinos, pero es una buena noticia”.

Todavía en campaña, el equipo de López Obrador lanzó una convocatoria para recibir propuestas sobre el destino de Los Pinos. A través del portal lospinosparatodos.org, cualquier persona puede formular una idea. De acuerdo con Alejandra Frausto, la virtual próxima secretaria de Cultura, el proyecto más recurrente ha sido el de convertir la residencia en un espacio para divulgar la cultura de los 32 estados del país. El portal sigue abierto y hasta el momento registra 232 comentarios.

¿IGUAL QUE LÁZARO?

Apenas 34 días después de que Lázaro Cárdenas había ocupado la Presidencia de la República, el 3 de enero de 1935, los principales diarios publicaron una invitación para visitar el Castillo de Chapultepec. En el anuncio se leía que el majestuoso edificio permanecería abierto de lunes a domingo, de las 9:00 a las 18:00 horas por mandato del Presidente, quien “ha decidido por ahora no habitar el Castillo de Chapultepec, y siendo sus deseos que este lugar, lleno de tradición y pasajes históricos de interés para todo el pueblo mexicano, sea conocido por el mayor número de personas posible”.

Después de ser investido como presidente en Palacio Nacional, Cárdenas se retiró a su casa familiar de la entonces calle Wagner, número 50, en la colonia Guadalupe Inn. En sus Apuntes, contaría después que determinó no vivir en el Castillo de Chapultepec “para que el público pueda visitarlo con toda libertad”. Pérez Montfort, autor de la última biografía del general, dice que vivir en el castillo le parecía a Cárdenas “un planteamiento que iba, en gran medida, en contra de un gobierno revolucionario”.

Desde el primer momento, Cárdenas quiso distanciarse de sus antecesores, los generales sonorenses que habían ocupado el poder. Incluso, apenas el 4 de diciembre de 1934, se anunció en los periódicos la clausura de los casinos Casablanca y De la Selva, en Cuernavaca; el último para convertirlo en una escuela, y también del Foreign Club, donde fue instalado un leprosario.

Pérez Montfort confiesa que le cuesta trabajo pensar que López Obrador quiere emular a Lázaro Cárdenas; pero cree que la intención del nuevo Presidente también es distanciarse de sus antecesores. “Tiene mucho que ver con este fenómeno de haber convertido Los Pinos en una fortaleza impugnable, que representa precisamente este distanciamiento entre la presidencia y el resto del país, sobre todo del mundo popular.

“Yo interpretaría que este acto es para distanciarse, para diferenciarse, de aquellos que utilizaron la presidencia para enriquecerse, de usar el poder para convertirse en los grandes representantes de la corrupción mexicana”, explica.

SÍMBOLO PRESIDENCIAL

Los Pinos es propiedad del gobierno mexicano desde el 22 de enero de 1917, cuando Venustiano Carranza lo expropió para ponerlo al servicio del “interés público”. Entonces, el terreno se conocía como Rancho La Hormiga y había pertenecido a Juan Pablo Martínez del Río, quien lo había comprado el 15 de enero de 1853 por 2 mil 335 pesos 6 reales.

Médico panameño que introdujo en México el uso del éter y el cloroformo como anestésico y de quien aún se conserva una calle con su nombre en la colonia Doctores, Martínez del Río fue nombrado por Maximiliano de Habsburgo como su representante en Grecia y Turquía. En ese periodo, La Hormiga fue vendida “al gobierno de su Majestad Imperial” por 25 mil pesos, de los que sólo se pagó la mitad. A la caída del Imperio, el predio nuevamente fue vendido a Martínez del Río, en 1872.

Tras la incautación del rancho por Carranza, sería habitado primero por Álvaro Obregón, siendo su secretario de Guerra; después, por Plutarco Elías Calles, al ocupar diferentes cargos antes de ser Presidente; luego, por Manuel Pérez Treviño y, posteriormente, por Joaquín Amaro en 1925, secretario de Guerra y Marina de Calles. Todos eran amigos entre sí y eran militares del norte del país, ganadores de la Revolución mexicana.

A Cárdenas le gustó sobre todo el estanque-alberca que existía en Los Pinos, donde se le daba de beber a los caballos, que ahí se entrenaban. Poco antes de ser la residencia del Presidente, la casona fue sede de la Asociación Nacional de Charros y es por todos conocida la historia que le dio el nombre de Los Pinos, en honor al bosque en Tacámbaro, Michoacán, donde había conocido a Amalia García Solorzano, su esposa.

Desde entonces, 14 presidentes han ocupado la residencia y, en cada sexenio, se fueron agregando espacios a la casa y ganando terreno al Bosque de Chapultepec. Uno de los últimos implicó también a López Obrador: el llamado Parque La Hormiga, que se recuperó para el bosque cuando el Presidente electo era Jefe de Gobierno de la Ciudad de México.

“Hubo un tiempo en que estuvo cerrado, pero se recuperó con el presidente Vicente Fox, siendo jefe de Gobierno capitalino López Obrador. Parece que se había incorporado a Los Pinos con el presidente Carlos Salinas y se reincorporó al Bosque de Chapultepec con Fox”, recuerda Antonio Azuela.