Elogio de la épica

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La épica deportiva tiene en México una tradición oral que ha venido a menos. En contrapartida, esa misma épica expresada en forma escrita, sólo excepcionalmente ha encontrado juglares que apelando a la más compleja de las artes, la escritura, han podido trascender en ciertas épocas y momentos. Pienso en Manuel Seyde, prosista de alto registro que en sus Temas del día en el viejo Excélsior de Scherer daba cátedra diaria, como luego lo haría en sus monumentales La Historia del Alarido, editados en 1970 y 1986 a la hora en que México cobijó sendas Copas del Mundo.

Hace ya un buen tiempo, editado por Cal y Arena, Gilberto Prado Galán (Torreón, 1960) publicó Sobre héroes y hazañas, y le agregó un subtítulo: “Fama y gloria del deporte mundial”. El libro –dice Prado Galán en el prólogo— nace “animado por dos motivaciones centrales: la curiosidad y la admiración”.

Sería justo agregar también que seguramente surgió por el gusto indudable del autor por el deporte y sus variopintos oficiantes: futbolistas, beisbolistas, corredores de fondo; esquiadores; modernos gladiadores como “El refrigerador” Perry o maestros del valor y la entereza como el diestro español Paquirri que en su faena final, como recuerda Prado Galán, se empeñaba en dirigir a los galenos que luchaban contra su trágico destino.

Hay un repaso por las glorias de Javier Hernández o Luis Suárez, realidades de sus equipos y sus países, México y Uruguay; o las figuras que fueron: Lev Yashin, el mítico arquero ruso, siempre enfundado en negro o gambeteros de otra galaxia –acaso la de la ebriedad— como René Orlando Houseman que recién gambetea en otra galaxia.

Púgiles de larga data como el malogrado Salvador “Sal” Sánchez o Bobby Chacón; estetas de las pistas como Alberto Juantorena, escaladores de elevadas cumbres como Iván Vallejo; zurdos de letal mandoble como Vicente Saldívar, raras aves como Rubén Olivares o las desconocidas facetas de Didier Pironi.

En fin, con una pluma elegante y diestra en mezclar el arte del deporte con el arte de la literatura –no son infrecuentes las citas literarias y poéticas a lo largo del texto—el autor avanza por las 208 páginas de su trabajo dando muestra de al menos, un par de cosas: que en el desolado páramo que es hoy el periodismo deportivo, particularmente el televisivo y eventualmente el radiofónico -repleto de payasos y predadores del idioma más una cáfila de pseudoexpertos- es prescindible para la comprensión del deporte gracias a oficios como el ejercido por Prado Galán; y en segundo, pero no en último lugar, que el deporte y la crónica deportiva requieren de una épica escritural que este libro llena con creces gracias a una estilizada mezcla de periodismo y literatura que al conjuntarse, producen, con el mejor de los oficios, una nueva épica del deporte.

El libro aquí tan sucintamente comentado, está llamado a la gloria pues deberá hablarse de él por un tiempo que trascenderá al presente. Cuando las futuras generaciones quieran saber (concediendo que haya nuevas generaciones ansiosas de saber) quiénes fueron Paquirri, Yiyo, Rod Carew, Manolete, Nolan Ryan, Willie Mays, Luis Suárez, Panenka, Sanon, los gemelos Van der Kerkhof, Baggio o Tostao, deberán volver la vista a Sobre héroes y hazañas de Gilberto Prado Galán.

La prosa que inunda el libro es memorable. Dígalo sino la breve semblanza de uno de los mejores cronistas de box que en México hayan existido, don Antonio Andere, que junto a Jorge “Sonny” Alarcón –uno la elegancia poética, el otro la precisión arrebatada del cronista que vive la narración en el ring mismo— poblaron de crónicas hoy irrepetibles, la vieja y algún día buena televisión mexicana que en voces como la de estos cronistas o en su caso Ángel Fernández, Agustín González o Fernando Marcos, narraron historias inolvidables para quienes tuvimos la fortuna de escucharles. Prado Galán ha creado para sus lectores, una nueva lámpara votiva que arderá por siempre en las letras de la épica deportiva. (Sobre héroes y hazañas, Cal y Arena, México, 2011, 228 pp.).

Columna Anaquel de Omar González