Carolina Espina
Marcado por la desgracia y las injusticias, San Antonio Eloxochitán de Flores Magón, está convulsionado. El caciquismo que impera en él, tiene a familias enteras en la zozobra y el miedo. Incertidumbre combinada con enojo, por no saber dónde buscar la justicia para sus presos y para sus muertos.
La comunidad, marginada por autoridades estatales y regida bajo el Sistema Normativo Indígena o mal llamado de usos y costumbres, está en la mira tras la muerte de un menor, presuntamente a manos de policías municipales, sin embargo, el pueblo mismo tiene otra versión. El abuso de poder es una costumbre fáctica.
Enmarcado en la pobreza de sus habitantes, el asesinato de Gelasio Pineda Romero, un adolescente de apenas 15 años de edad, así como la lucha constante que mantienen mujeres exigiendo justicia para indígenas presos a consigna de funcionarios del Gobierno del Estado, a puesto en la mira nacional el actuar de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO), en este caso.
De acuerdo al expediente 1911/FNSC/HUATLA/2023, los hechos ocurrieron en la comunidad de Agua Iglesia, la noche del pasado 30 de mayo, cuando tres policías municipales arribaron a la humilde vivienda de la familia Pineda Romero, cuando éstos se encontraban cenando. Uno de ellos portaba un arma larga tipo escopeta, mitad fierro mitad madera, el otro una pistola que cargaba a la altura de la cintura y el tercero un bote de gas lacrimógeno.
En un flagrante abuso de poder, los policías llegaron al patio de la vivienda, desde donde, a gritos, exigieron atención. La oscuridad que rodea la pequeña casa a orillas de una comunidad de poco más de 360 habitantes, fue testigo de la situación. Buscaban a Roberto Pineda Monfil, el padre de familia.
Griselda Pineda Romero, de 13 años de edad, abrió la puerta encontrándose de frente con la escopeta en su cara, fue empujada y en cuestión de segundos, ya jaloneaban a su padre hacia afuera del domicilio. En el alboroto, Ezequiel, el hijo mayor y Gelasio, intentaron evitar la detención, lo mismo que su nuera Isabel Becerril.
En algún momento del forcejeo, Isabel fue golpeada por el policía de la escopeta, situación que molestó a su esposo Ezequiel, quien le quitó el arma y la azotó en repetidas ocasiones contra el suelo hasta que la rompió. Esto causó aún más el enojo de los municipales, quienes utilizaron las armas que les quedaban.
En un abrir y cerrar de ojos la familia estaba en medio de un quemante gas lacrimógeno. Enmedio del aturdimiento por intentar defender a su esposo y el ardor que le quemaba la cara, Alicia Romero Regules, auxiliaba a su hijo más pequeño, Usiel, de siete años de edad, quien estaba desmayado al recibir de manera directa el gas en su pequeño rostro.
Los municipales se llevaron al padre seguido por Gelasio. A base de golpes lo condujeron por un estrecho camino rodeado de cafetales y en una oscuridad total hasta donde estaba su patrulla. Apenas habían avanzado unos metros cuando se escucharon dos disparos. Roberto fue subido a la patrulla y Gelasio regresó a su casa, herido de muerte, con un balazo en el abdomen y un “rozón” en la cabeza.
Llegó hasta los brazos de su madre a quien alcanzó a decir que se habían llevado a su papá. La angustia de la madre se centró en el adolescente, quien, sangrando abundantemente, esperó varias horas el auxilio para salvar su vida, auxilio que llegó tarde, murió en camino hacia el Hospital Rural Bienestar 43, de Huautla de Jiménez.
En su declaración, Roberto Pineda Monfil relata que horas antes de los hechos en su casa, los elementos de la Policía Municipal lo habían golpeado a él y a sus hijos Ezequiel y Gelasio, en las calles de la comunidad, cuando se encontraban descansando después de su jornada laboral, junto a una tienda donde tomaban entre los tres, un cuartito de aguardiente.
“Pasaron en una patrulla y nos chiflaron, pero como no hicimos caso a su burla, regresaron cuando nosotros ya caminábamos hacia la casa y de manera directa empezaron a patear a mis hijos, yo les pedí que ya no les pegaran y en un momento que los soltaron corrimos veredas abajo escondiéndonos en una piedra, como dos horas después salimos para dirigirnos a nuestra casa”.
Pineda Monfil señala de manera directa a Remigio Betanzos, uno de los policías a quien conoce de años por ser vecino de la comunidad, como el autor de la muerte de su hijo, ya que tras de su detención le dijo de manera directa “ya maté a tu hijo, ahora solo me faltas tú” y porque, además, era el único que llevaba un arma.
El otro policía era Isaí Cerqueda Salazar, también vecino y conocido en Eloxochitlán, quien apenas llevaba seis meses de servicio como policía municipal. Actualmente él y Remigio Betanzos se encuentran detenidos por el homicidio de Gelasio, sin embargo, el pueblo señala además como autor intelectual al síndico, Federico Guerrero Álvarez.
La única hermana de Gelasio, Griselda Pineda, de 13 años de edad, en su declaración refiere que fue además la negligencia del síndico municipal lo que provocó la muerte de su hermano, ya que al acudir por ayuda les negó la ambulancia del pueblo, así como la atención inmediata a los hechos, ya que fue varias horas después y tras muchos ruegos, cuando atendió la demanda de la familia.
En un reporte oficial que presentó ante la FGEO, mismo que le fue invalidado por la falta de veracidad de los hechos, Guerrero Álvarez refiere que la detención de Roberto Pineda se suscitó derivado de un escándalo que él y sus hijos realizaron mientras se realizaba una asamblea comunitaria donde molestaron a los asistentes, sin embargo, no hay pruebas de dichos actos.
También establece que, los policías municipales en esta comunidad no portan armas, únicamente toletes, por lo que desconoce quien pudo haber asesinado al menor y que tras la solicitud de auxilio hecho por familiares de Gelasio, acudió en compañía de cinco elementos a la casa de la familia Pineda Romero, de donde sacaron herido al jovencito y lo trasladaron en una patrulla al hospital, a donde llegó sin signos vitales.
De acuerdo a la necropsia de ley, realizada por la Fiscalía, la causa de la muerte de Gelasio Pineda Romero, de 15 años de edad y quien cursaba el segundo de secundaria, fue por dos heridas que le provocaron hemorragia interna intensa, choque hipovolémico y laceración de la aorta abdominal, todo producido por proyectil de arma de fuego disparado.
El juego de la justicia en Eloxochitlán tiene diversas vertientes, una que manejan los caciques que mantienen en la cárcel a indígenas a quienes les fabricaron delitos a modo y otro que maneja el presidente municipal, Felipe Palacios Chazares y su síndico, Federico Guerrero Álvarez, cuyo punto de convergencia es el abuso de poder.
Las irregularidades existentes en la muerte de Gelasio, van desde la detención arbitraria de su padre, la omisión de hechos por la misma detención, la negligencia de las autoridades municipales y parte de las investigaciones de la FGEO, en cuyo expediente no consta la declaración del síndico, a quienes los habitantes señalan como el asesino del muchacho.
De acuerdo a una constancia de no retención, que consta en el expediente, el hecho materia de detención contra Roberto Pineda sí existió, pero esta no se realizó conforme a derecho, es decir, hubo abuso de autoridad, porque no se configuran los supuestos de la flagrancia delictiva por el que fue detenido, no hay registro de su detención, ni el motivo, ni la hora, ni el lugar donde fue recluido tras su detención.
Tampoco se advierte la hora de su certificación médica, no refieren qué acciones realizarían en su persona, ni la hora en que fue puesto a disposición de la Fiscalía regional de Huautla de Jiménez, misma que se realizó el 31 de mayo hasta las 14:38 horas, sin que se advierta el motivo por el cual se realizó hasta esa hora y fecha, acciones que evidentemente son violatorios a los derechos humanos.
Ese mismo 31 de mayo, la Agente del Ministerio Público adscrito a la Vicefiscalía General de Control Regional, Elizabeth Santos Ortiz, ordenó la libertad de Roberto Pineda Monfil, al resolver que no calificaba de legal su detención, puesto que, de las circunstancias analizadas, dicha detención no encuadra en alguna de las hipótesis del artículo 146 del Código Nacional de Procedimientos Penales.
Asimismo, se desprende que hubo violación a sus derechos fundamentales, tomando en consideración que la detención no fue realizada conforme a lo previsto y con las prevenciones de la ley, según lo resolvió Ángela Antonia Reyes Ojeda, fiscal investigadora de la Fiscalía de Huautla de Jiménez.
Desde el pasado 20 de junio, en el Centro Penitenciario Varonil de Tanivet, Tlacolula, están detenidos y vinculados a proceso dos policías municipales por el delito de homicidio calificado con ventaja y lesiones calificadas, a quienes el Juez de Control del Circuito Judicial de la Cañada, impuso prisión preventiva oficiosa y otorgó cinco meses para el cierre de la investigación complementaria.
Abandonados también a su suerte, los dos servidores públicos hicieron un llamado a través de sus familiares, para que la autoridad municipal les brinde el respaldo correspondiente al señalar, que ellos cumplían con las órdenes del síndico Federico Guerrero Álvarez, que algunos testigos refieren, sí iba con ellos cuando sucedieron los lamentables hechos.
Antes de darle cristiana sepultura, familiares, amigos y habitantes de San Antonio Eloxochitlán de Flores Magón, le dieron el último adiós a Gelasio, con su ataúd frente al Palacio Municipal, a gritos exigieron justicia, justicia para sus muertos y para sus presos, justicia para sus hijos y justicia para las madres que han perdido a sus hijos, en medio de la pobreza y el abuso de poder.